Mi madre era una persona que le gustaba desprenderse de sus cosas para entregársela a otro, con tanto cariño y gratitud era de las que se les llaman “Regalona”, recuerdo que de niña la acompañaba al mercado de la Av. Grau en nuestro querido Barranco, la gente la quería mucho, conocía a medio mundo, le llamaban “Señora Emmita, Señora bonita, la blanquita” en casa papá le decía “China” y la familia le decía “Pimpo” o “Pimpollo” , dice que el abuelo le puso esa chapa, porque era gordita, las caseras la abrazaban con mucho afecto y le decían “Sra. Emmita esto es para usted” a lo que ella respondía con una amplia sonrisa y una caricia en la mejilla de los caseros, luego después a su próxima visita llevaría un pequeño regalo para ellos y así fue hasta sus últimos días, me daba una listita y me encargaba comprar algo para sus querendones, ella así era feliz. Tantos sobrinos, familia, amigos y las chicas que nos apoyaron en casa, que eran como hijas, ella pensaba no solo en la persona, sino compraba algo y le decía, “lleva a tu hijita” “lleva para tu mamá” tenia un inmenso corazón y si de herencia me dejo, pude aprender un poquitito de esa satisfacción que uno siente en dar, antes que recibir. No dar solo cosas materiales, dar cariño, acompañamiento, palabras bonitas y cuando salen de corazón que bien se siente uno.
A penas hace nueve días partiste y no
sabes como te extraño, pero reconfortada porque siempre vivirás en mi corazón y
en las más grandes enseñanzas y valores que nos trasmitiste. En ti no existía límites para desbordar amor.
Mis días ahora se llenan de sonrisas, porque era lo que más regalabas y hacías felices a muchos, recorro tus recuerdos y ¿sabes mamá? me hace muy feliz evocarte. Te amare por
siempre!!!
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