Decidimos ir de vacaciones a
Nueva York, nuestro viaje había sido planificado con mucha anticipación y algarabía,
no queríamos perdernos ni un detalle. En la búsqueda de hoteles, nos pareció
simpático alojarnos en Pennsylvana Hotel, ubicado en el 401 de la 7º Avenida, del corazón
de Midtown Manhattan, justo frente a la estación de trenes y al Madison Square Garden,
la ubicación era espectacular, pero aun no sabíamos que podíamos encontrar o
como era el hotel.
La cuenta regresiva estaba en marcha,
hasta llegar al día cero, listo para salir al aeropuerto y previo paso por
Miami y disfrutar de las playas, nos embarcamos en el vuelo de AA rumbo a la
gran manzana, llegamos con ropa ligera, lo que nos llevó a guarecernos debajo
de una viga en el estacionamiento pues la nieve nos golpeaba con fuerza. Por
fin llegamos al Pennsylvania, hotel, con un lobby gigante donde nos sorprendió
interminables filas para registrarse, gente de todo el mundo, muchos con
vestimentas típicas como por ejemplo Hindúes chinos, caucásica, mongoles, judíos entre otras razas y nacionalidades, me di cuenta que es cierto cuando la
llaman “ la ciudad cosmopolita” que
recibe a infinidad de personas con los brazos abiertos para darle la bienvenida
al gran bagaje cultural, es muy interesante esta experiencia.
Recuerdo que me asombro una
impresionante araña de cristal, donde la tomamos como punto importante para las
fotos, el hotel era inmenso, poco después supe que ahí habían realizado el rodaje de la película El Proyecto de Manhattan y otras series, como todo edificio neoyorquino era un poco oscuro. Habíamos planeado encontrarnos con mi gran
amiga María Amelia, ya que ella residía relativamente cerca de NY, había viajado desde Washington DC para pasar unos días con
nosotros, luego de registrarnos enrumbamos hacia la habitación, teníamos muchas
cosas que contarnos, nos tiramos en la cama literalmente “panzas arriba”, empezando
la lora “blablabla”….. (la conversación como dicen en mi país) de pronto nos
pareció ver algo fugaz con el rabillo del ojo, deslizarse por viejo mueble que
soportaba el televisor “ayyyyyyy, grito Amelita, ¿Qué es eso?, -no lo sé, le
conteste- pero sentimos pánico. Creo que no ha sido necesario ir a Orlando, hemos coincido con que Mickey
Mouse, se aloje en nuestra habitación – mi hijo aun pequeño, que se encontraba de pie , corrió rápidamente
a la cama , y mi esposo se echó a buscar debajo de la cama y entre los cajones
que es lo que nos había llamado la atención, de pronto oh sorpresa, no solo
habíamos tenido el honor de conocer al ratón Mickey , sino también a Minie y
posiblemente a toda su parentela, grandes chicos, fornidos. Molestos salimos en
busca de un personal, algo incómodos cuando una de las camareras, ante nuestro
reclamo enérgico, nos contestó con la mayor serenidad del mundo , -“ ah, si los
ratones, están por todo el hotel, llamen al piso 5 para que ponga la “pega”,
eso es normal”- para ella era parte de la experiencia o el atractivo turístico,
asumimos que la pega era la trampa o
algo así, me pregunte ¿¿¿normal????.... pues efectivamente era parte de lo interesante,
sinceramente no creo que todos los hoteles de la zona fueran así, sin embargo
este era un super hotel averigüe que fue construido en 1919, pero en todo este
tiempo el hotel fue vendido varias veces y cambiado de nombre, terminando
actualmente con el mismo nombre original, pero aunque su historia interesante pensé
que este hotel no había sido fumigado desde hace mucho tiempo. Obviamente esa
noche no dormimos pues pensábamos que tal vez un pericotito gracioso y chiquito
recorriera nuestra pierna, ufffff que asco, tiempo para aprovecharlo en
conversar. Los Hoteles en el centro del Nueva York aparte de ser súper altos te
asomas a las ventanas y solo ves edificio y edificios, son muy viejos.
Superado el incidente, al día siguiente
fuimos en busca de las maravillas locales:
el Empire State Building, One world observatory, con 102 piso y ascensores
super rápidos Times Square, un crucero por Manhattan, imperdible la estatua de
la libertad, buscamos disfrutar de un espectáculo de Broadway, Museo
Metropolitano de Arte, o conocer el metro de la ciudad de Nueva York donde ves tanta y tanta gente caminar como robots, los barrios con las casas con las escaleras externas, por donde fugan "los ladrones" en las películas, el silencio y solemnidad de las ex torres gemelas, e ir a los
barrios más diversos y emocionantes. Nueva York es la ciudad que nunca duerme.
Finalmente, con ratones o sin ellos, con
lagartijas o no, no perdería una nueva oportunidad de visitar esta maravillosa
ciudad, donde el simple hecho se sentarme en un café en medio de la séptima avenida
me deja boca abierta, llenándome de diversidad de culturas.
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