9 dic 2009

MAFALDA : MI PEQUEÑO GRAN CLUB




Esta historia de hoy no es jocosa para mí es una evocación de mi adolescencia, guardo con nostalgia bellos recuerdos que me gustaría viajar hacia el pasado. Esta vez el escenario se sitúa en mi tradicional Barranco, exactamente en Alfonso Ugarte 244, callecita corta, que nos acariciaba con la brisa del mar, bastaba caminar media cuadra para estar frente al malecón y quedarnos fascinados vislumbrando el azul ilusión del mar. Ahí pase parte de mi pubertad, recuerdo en la cuadra   chicos de la edad, Jorge, Julio, Octavio los hermanos Mongrut,  los chicos Canales, Fernando y Jorge, Gladys, Isabel, mis primas, Nellyta, Malena las hijas del “Dr. Gordón”, acreditadísimo y apreciado médico del distrito llamado el médico de los pobres, por su espíritu de ayuda a los más necesitados, entre otros chicos que recuerdo con tanto cariño.
Siempre me gusto liderar grupos participando en toda actividad que se presentará, una tarde de conversación de amigos de barrio, se me ocurrió formar un club, idea que fue bien recibida, por la collera del barrio. El entusiasmo nos embestía y en menos de una semana el Club “MAFALDA” estaba creado, a designar presidente, secretario, tesorero, todo como Dios manda, vivíamos en una quinta y aprovechábamos el área común para sesionar. No faltaba celebración del calendario que no fuera rematada con una actuación, sobre todo la del día de la madre, ahí dedicábamos todos nuestros esfuerzos lo mejor es que cuidábamos cada detalle y todo realizado con mucho amor,  nos poníamos armar las mini canastas que entregaríamos a las mamis, preparando días antes los posavasos hechos de las tapas de tarros de leches, las mismas que eran limadas, pintadas y decoradas, las sandalias de cartón a la tallas de nuestras mamás,  forradas en tela, se imaginaran que diseños!!!! entre otras manualidades que se nos ocurría hacer, éramos muy creativas. Luego la actuación el escenario sala de la casa de mi abuela Julia, sillas distribuidas en filas y la tradicional flor de solapera, uno a uno íbamos desfilando con números creativos no existía vergüenza; cuando Isabel oficiando de maestra de ceremonias anunciaba con retumbes de tambores imaginarios … Señoras y señores a continuación nuestra amiga Mery nos cantara: “Una carta al cieloooo”….plaff Pfaff (confieso que siempre fui figuti, como diría mi amiga Zaida), aplausos, salía con mi rostro embetunado, mi ajuar harapiento y sucio, una cometa echa de página de cuaderno cuadriculado con la palabra “mamá” jalada por un pabilo sucio, el número principal; silencio en el salón y concentración total, recuerdo que le ponía tanto entusiasmo y pasión que dejaba caer más de una lagrima por mi rostro, lagrimas que eran contagiadas a nuestras mami que tímidamente sacaban sus pañuelos embebido con olor a rosas como antes se usaba, para secar sus mejillas, terminado el número corría abrazar a mi mamá.
Cuantos pasajes en mi vida, cuantos recuerdos realmente inolvidables, relatos que desearía volverlos a vivir, el tiempo pasa, pero bendito sea Dios que estos permanecen grabados en mi mente y puedo compartirlos con el mismo cariño y entusiasmo del ayer. Pregunto a los chicos del Club “Mafalda” si nos damos una oportunidad para un reencuentro.

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