Cuanto quisiera salir a mi puerta a
conversar con los vecinos sin tener que mirar de lado a lado en sobresalto,
cuanto quisiera viajar en mi auto con la ventana abajo y dejar sentir el viento
en mi cara, cuanto quisiera lucir mi aro de matrimonio que me robaron hace
siete años!, cuanto quisiera firmar los documentos con los Cross bañados en oro
y grabados con mis iniciales que me regalo mi padre al momento de graduarme que
fueron sustraídos, cuanto quisiera no escuchar día a día que hoy murió una
mujer más, víctima de la violencia de su pareja …., no escuchar que hoy
murieron personas o enfermaron del dengue porque no supimos prevenirlo…. Cuanto quisiera que hoy podamos entrar
almorzar a un restaurante asegurando donde ponemos a buen recaudo la cartera, ¡Cuánto
quisiera!!, ¡cuánto quisiera!!!, exclamación que tal vez en estas líneas pueda con
el tiempo seguir extendiéndose. Las rutinas diarias no necesariamente son positivas,
ahora las vemos aceptadas como normales; que se haya perdido una vida tal vez
nos haga simplemente cambiar de canal y no reparar en el hecho. Estamos
aceptando las cosas de manera inconsciente. ¿Me pregunto qué pasa con mi Lima,
con mi país, con el mundo? No permitamos que el día a día se convierta en
cárceles para nuestras voluntades, que nuestra voz se escuche para él cambio.
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