Historia poco cruel, la que me toca
escribir hoy, década de los setenta, solíamos reunirnos mis hermanos, yo y algunos amigos en casa de
la Av. Grau 280 de nuestro querido Barranco, mi mamá siempre estaba conversando con
nosotros como si fuera una adolescente más, jugábamos al monopolio, el bingo,
infaltables casinos tres en raya, el ahorcado, entre otros, en época de
vacaciones escolares, éstas reuniones de comedor solían extenderse hasta muy
tarde, promedio una de la mañana, donde ya debía acabar para luego “asa, asa
cada uno a su casa”, sin embargo uno de nuestros grandes amigos, el más engreído
por mamá, al parecer no se daba cuenta de la hora o no quería darse cuenta, y
no había como moverlo, y aunque dábamos exagerados bostezos, nos poníamos las
pijamas, nuestro querido amigo "Pedro"
no se daba por aludido ,no había quien lo mueva de casa . Uno de esos días que
nos echábamos una partida de casinos, Pedro había escondido algunas cartas
debajo de la mesa, con el ánimos de sacarlas en el momento oportuno y
declararse ganador, mamá se había percatado de ello, no perdiendo el tiempo,
haciéndole ver de inmediato la trampita cometida: - !Pedro, saca esas cartas
debajo de la mesa!!- Pedro respondió ¿Qué
cartas?...¿De que me habla?, con su voz socarrona y siempre risueño.
- las que tienes escondidas debajo, sácales ya!, ¡que yo sé de qué pata
cojeas!!!!
uppps.......silencio en el comedor,
miradas cruzadas. mamá no recordó que Pedro había sufrido de pequeña
poliomielitis y aunque era casi imperceptible, efectivamente cojeaba de una
"pata", afortunadamente, Pedro de correa ancha, superaba todo y lo
tomo con mucha gracia, riéndose con nosotros. Consejo: recuerda siempre, mide tus palabras, porque
puedes meter la pata !!!
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